Proyecto Perpetuando la Red LAC.
Realización: Red LAC y Museu da Pessoa.
Entrevistada: Nidia Rosa Aguiar Monar.
Entrevistadora: Luz Maclovia Haro Guanga (Red LAC).
Lugar de la entrevista: PUYOL PASTAZA, ECUADOR.
Fecha de la entrevista: 24 de diciembre de 2006.
Transcripción: Joana Rodríguez.
Entrevistando a la compañera Nidia Rosa Aguiar, en Ecuador, representando a la provincia Bolívar, de la parroquia de Santiago del Ecuador, representando a las mujeres rurales de este país. Hoy, 24 de diciembre del año 2006.
Cuéntanos, Rosita, en propias palabras, lo primero que recuerdas de tu infancia. Cuéntanos un poco de eso.
Nidia Rosa – De los primeros años de mi infancia… Yo nací en el sector rural, a unos tres kilómetros del centro de la parroquia de Santiago de Bolívar. Mi padre (Néstor) y mi madre (Mariana) eran agricultores, vivíamos en el campo y a mi mamá le encantaba todas las mañanas levantarse a ordeñar a las vacas. Y había un vecino que se llamaba José, que vivía enfrente de donde vivíamos; él trabajaba también en la casa, ayudaba a mi papá en la agricultura y hay momentos en que los terneros molestaban. Cuando mi mamá ordeñaba, yo siempre me acuerdo que él gritaba desde enfrente: “Señora Mariana, el que nada tiene alegre vive” y más luego llegaba a trabajar a mi casa. Es lo que más me acuerdo. A mi madre le gustaba trabajar, para darnos una educación, esto es lo que me recuerdo de mi infancia.
Cuéntanos qué es lo que le gustaba en la infancia. ¿Cuáles eran sus juegos favoritos? ¿A qué le gustaba jugar, con quién compartía?
Nidia Rosa – Me acuerdo que en esos tiempos no había tanta tecnología que existe ahora. No teníamos luz. Tampoco había luz en el centro de mi parroquia. Mi papá adquirió una radio de pilas y todos los días escuchábamos la emisora radio Cristal, que aún existe, y la otra emisora, Ondas del Pacífico. Nosotros escuchábamos, era la única forma de escuchar cualquier...
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Realización: Red LAC y Museu da Pessoa.
Entrevistada: Nidia Rosa Aguiar Monar.
Entrevistadora: Luz Maclovia Haro Guanga (Red LAC).
Lugar de la entrevista: PUYOL PASTAZA, ECUADOR.
Fecha de la entrevista: 24 de diciembre de 2006.
Transcripción: Joana Rodríguez.
Entrevistando a la compañera Nidia Rosa Aguiar, en Ecuador, representando a la provincia Bolívar, de la parroquia de Santiago del Ecuador, representando a las mujeres rurales de este país. Hoy, 24 de diciembre del año 2006.
Cuéntanos, Rosita, en propias palabras, lo primero que recuerdas de tu infancia. Cuéntanos un poco de eso.
Nidia Rosa – De los primeros años de mi infancia… Yo nací en el sector rural, a unos tres kilómetros del centro de la parroquia de Santiago de Bolívar. Mi padre (Néstor) y mi madre (Mariana) eran agricultores, vivíamos en el campo y a mi mamá le encantaba todas las mañanas levantarse a ordeñar a las vacas. Y había un vecino que se llamaba José, que vivía enfrente de donde vivíamos; él trabajaba también en la casa, ayudaba a mi papá en la agricultura y hay momentos en que los terneros molestaban. Cuando mi mamá ordeñaba, yo siempre me acuerdo que él gritaba desde enfrente: “Señora Mariana, el que nada tiene alegre vive” y más luego llegaba a trabajar a mi casa. Es lo que más me acuerdo. A mi madre le gustaba trabajar, para darnos una educación, esto es lo que me recuerdo de mi infancia.
Cuéntanos qué es lo que le gustaba en la infancia. ¿Cuáles eran sus juegos favoritos? ¿A qué le gustaba jugar, con quién compartía?
Nidia Rosa – Me acuerdo que en esos tiempos no había tanta tecnología que existe ahora. No teníamos luz. Tampoco había luz en el centro de mi parroquia. Mi papá adquirió una radio de pilas y todos los días escuchábamos la emisora radio Cristal, que aún existe, y la otra emisora, Ondas del Pacífico. Nosotros escuchábamos, era la única forma de escuchar cualquier información que emitían desde Guayaquil para estar un poco actualizados.
Los domingos, a las seis de la mañana bajábamos, porque la misa (Religión Católica) era a las siete de la mañana. Participábamos de la misa toda, toda los domingos, bajaba con mi mamá o con mi papá.
A ver lo que me gustaba... Me acuerdo que me gustaban los animales (gato, patos gansos), sólo que a veces yo tenía miedo a los ganados grandes, porque eran inmensamente grandes. Era lo que más me gustaba.
Adicionalmente, me gustaba, y hasta hoy me encanta, eran los patos gansos, que son bonitos y que a uno le acompañan. El amor a los patos gansos, y el amor también, hasta ahora igual, incluyó también el amor a los gatos... quiero mucho a los gatos.
Me encantaba jugar con las muñecas.
Que maravilla. Así que eran los animales favoritos. Cuéntanos un poco más, tuviste otros hermanos, era usted solita. ¿Cómo era?
Nidia Rosa – Habíamos sido tres hijas, mi hermana mayor (Hilda Mariana), que ya estaba estudiando en el colegio, pero estaba fuera de la parroquia, mi otra hermana pequeña había fallecido y yo era la tercera, no había nadie más. No tenía con quien mucho jugar, a menos lo que sean los niños de los trabajadores que había en mi casa. Entonces, con ellos, hasta la hora del trabajo, mi mami les invitaba a los niños y niñas para que jueguen conmigo.
¿Qué más? Había una poza de agua inmensa al lado de mi casa, que servía para lavandería, y me encantaba pasar jugando llenando botellitas de agua. Y no tenía casi nadie más para jugar, porque vivíamos apartados de la parroquia. ¿Que más hacía? Acompañar a los animales al campo, esto fue mi infancia.
¿Y qué te han contado de cuando naciste?
Nidia Rosa – Mi abuela de parte de mi mamá se había muerto. De parte de mi papá, había tenido una abuela, pero ella después también se ha fallecido y, como vivían lejos, no hubo relación mayor con mis abuelos. O sea, con excepción de mi abuelo Raimundo, que era el papá de mi mamá, que vivía un poco cerca - con él sí. Pero el resto de mis otros abuelos, unos ya estaban muertos y el otro abuelo que quedaba vivía lejos, entonces no había relación. Igual con las tías hermanas de mi papá, tampoco no, por que vivían lejos.
¿Qué habían dicho, cuando yo nací? A ver... Desde que yo naciera, nací bastante inquieta, traviesa, no dormía por la noche, tenía invertido el horario, bastante hiperactiva. Entonces, mi mamá decía que había una señora que le decía por qué yo no dormía de noche, era asunto de temor (miedo) y no sé qué y no se cuanto, me dormía y mentía. Y nada que ver, porque yo era al inverso: me gustaba muy poco, o sea que yo casi no dormía a las noches.
¿Se acuerda de los nombres de sus abuelos, de todos?
Nidia Rosa – A ver, el papá de mi mamá se llamaba Raymundo Monar, la mamá, Emperatriz Lucio. El nombre de los abuelos de mis de mi papá: Clemente Aguiar y Catalina Verdezoto.
¿Usted nos puede describir cómo era la casa donde usted vivía?
Nidia Rosa – Mi casa está ubicada en el campo, era bonita, había muchas flores y rodeada de naturaleza. Había una inmensa poza de agua para lavar ropa y los animales se acercaban a tomar el agua. Y yo tenía... hay un lugar para jugar con las botellas de agua, porque decía que de pronto el agua podía cambiar de color. Entonces, me encantaba llenar las botellas.
Vivíamos en el campo, mi papá tenía una finca, que hasta ahora mi hermana y yo la conservamos. Teníamos ganado, ovejas, gallinas, patos y un poco de cultivo, no tanto cultivo. Mi mamá se dedicaba a la casa y mi papá iba a trabajar en el campo, con los animales y el cultivo.
A mi padre le encantaba caminar. Y me acuerdo que en los Cantones (San Miguel y Chimbo) había - y hasta actualmente hay - las sirenas, que tocan a las seis de la mañana, a las doce del día y a las seis de la tarde. Entonces, mi papá se iba al campo y a lo que escuchaba, y tocaba la sirena, él entendía que eran las doce del día y regresaba a la casa a almorzar.
Y había épocas que había cultivos. Me acuerdo tanto que a papá le gustaba llevarme los domingos... Mi papá tenía una propiedad que era de mis abuelos, en la parte baja de la parroquia, y ahí había choclos, rapidito, más rápido de lo que había donde nosotros vivíamos. Y me acuerdo que mi papá salía a coger, a la una le apresaba y a la otra le empuñaba, lazos y el machete, el machete siempre. E íbamos en los domingos, más de una hora, más, caminando, íbamos a traer caña, choclos para comer, y eso nos encantaba. Traíamos igual cargas de alimentos (habas), todo. Entonces, llegábamos a la casa, cocinábamos los choclos, igual las habas. Era lo que a mí me encantaba. Igual cuantas veces los caminos eran pésimos y a veces los caballos... me gustaba acompañar a mi papá, o sea, siempre le acompañé a mi papá.
Mi papá era... le extraño, igual más bien había un acercamiento mayor con mi padre. Mi hermana era con mi mamá. Nosotros nacimos, vivimos en el campo, y eso era lo que hacíamos.
La casa era de teja, de madera. ¿De qué era? ¿Y el piso?
Nidia Rosa – La casa era… El piso de la casa grande era entablado y al lado había una cocina que era de tierra, y teníamos cocina con llena, no había cocina de gas, y había un poco de cuyes (animales pequeños) ahí en la cocina. Esa era la cocina. Y había cuarto entablado de tabla y la parte alta igual de tabla. La parte baja, mi papá tenía como bodega para guardar a las semillas, o los productos que él había recurrido en los cultivos, igual todas las herramientas necesarias para… Había una mata grande, grande, de hortensias, eso me acuerdo. Y me acuerdo de algo que hasta ahora lo llevo: a mi mamá le encantaba tener un huerto y a mí hasta hoy. A mí, igual me gusta tener un huerto, estoy un poco descuidada, pero me encanta, me encanta, y me acuerdo que sembrábamos coles, cebollas y algunas plantas.
Cuando usted era pequeña, ¿cómo veía a su país? ¿Qué conocimiento tenía del resto del país?
Nidia Rosa – El conocimiento que yo tenía del país era lo que escuchábamos en la radio, Ondas del Pacifico y Radio Cristal. A mi papá le encantaba escuchar las noticias. Habíamos estado, en esos años, en dictadura, mi papá decía que no se podía decir nada porque había un alto riesgo de ser nuestros derechos violados... y todas las transformaciones que se daban en el país, pues no necesariamente o siempre se han dado en Guayaquil o en Quito. Nosotros, los campesinos, éramos un mundo aparte de las grandes ciudades, como nos dicen, no nos portábamos mucho, lo poco que conocíamos.
Lo más local, la autoridad, era el presidente del consejo, que ahora se llama el alcalde. Mi papá contaba que era un tipo rígido, que no hablaba con la gente, trabajaba en beneficio de la parroquia. Me acuerdo que había un sacerdote dinámico que trabajaba haciendo mingas para abrir la carretera que pasaba por la parroquia. Yo creo que donde el sacerdote iba siempre algo trataba de hacer por los pueblos, eso es lo que me acuerdo.
De la escuela, de la primera escuela, ¿qué se acuerda?
Nidia Rosa – Me acuerdo que la escuela, en ese tiempo, se llamaba 15 de Mayo. Ahora se llama 24 de Octubre, porque es la fecha de creación de mi parroquia y le cambiaron de nombre. Me acuerdo muchas cosas, entre buenas y malas.
Yo vivía lejos de la parroquia y eran dos jornadas, de mañana y de tarde; entonces, yo me acuerdo que yo salía rapidito de mi casa, mi mamá me daba café y yo tenía el pelo largo, largo, largo. Y mamá me peinaba, me hacía una trenza. Y yo llegaba a la escuela y los niños del centro de la parroquia no llegaban puntuales a la escuela. Igual a la salida: salía rapidito y los niños se quedaban jugando.
Algo que me molestaba era que había una niña grande, estaba en el sexto grado - y yo en el primer grado - que mucho me pegaba. Y un día le digo a mi mami: “Me pega esa niña”, y de casualidad había sido familia... qué pena, ya no puede reclamarle.
Y de las maestras, ¿qué te acuerdas?
Nidia Rosa – Me acuerdo que, en la escuela completa, eran sólo profesoras mujeres. Y me acuerdo que la directora era muy brava, era una señorita que nunca se había casado ni se casó. Que por cualquier indisciplina le llamaba a la dirección de la escuela y, después, le llamaban a los padres.
Yo me acuerdo que fue bastante difícil cuando yo estaba en el segundo grado, mi mamá se enfermó; entonces, se fue a Guayaquil, donde los hermanos, y yo quedé con mi papá. Y mi papá tenía que hacer las labores agrícolas y, tan sólo, yo misma tuve que preocuparme de mis tareas y mi mamá venía de vez en cuando.
Y me acuerdo tanto que pasaron los años y yo estaba en el cuarto y justo había dos niñas, hijas de dos profesoras de la misma escuela, sólo que una era ahijada de la directora y la otra no. Entonces, hubo un problema grave, y yo no conversé en mi casa, me quedé callada, y la vecina le había dicho a mi mamá que a qué horas cambia las ropas para ir a la escuela, y mi mamá me preguntaba a mí el por qué, y yo le he dicho que a las once de la mañana, porque había un problema, y yo decía “¿cómo le voy a decir a mi mamá?”. Y sorpresa mía fue cuando mi mamá llegó a la escuela y dijo que por qué no le había contado, yo digo que no. Y ese día, pues, ahí hablaron, mi mamá protestó, la mamá de la otra vecina protestó, total que la chica, la una la mamá le retiro de la escuela y le llevó a Quito y la otra quedó allá, creo que por problemas entre ellas. Y lo que yo tenía terror era la dirección de estudios, la dirección que había ahí en la escuela, y ese día la directora, a menos que mi mamá estaba tan molesta, la directora no me dijo nada, porque ella siempre era brava, o enérgica, tenía una correa que le encantaba pegar, y no, no, no me dijo absolutamente nada. Siempre me quedé con la duda, mi mamá estaba tan brava. Entonces no se atrevió, y así pasó el tiempo en la escuela.
Había una profesora que se llamaba Luzmila, ya mayor, la profesora, que le encantaba pasar sola estudiando matemáticas, matemáticas, a lo mejor fue eso lo que me gustó con el tiempo, las matemáticas… Pienso que en ese tiempo había un concepto muy diferente de lo que era la educación; entonces, por todo, con un palo en las manos siempre nos pegaban por todo. Yo no sé si exageraban, pero querían los profesores, no sé, excelentes alumnos. Pero no siempre uno puede captar, entonces terminaban por cualquier cosa, a mí y a mis compañeras, siempre nos terminaban pegando. Y no sé contaba, uno se quedaba callado.
Pero también había momentos bonitos, cuando había la gimnasia, que era en el mes de mayo, que hacíamos una fiesta, para el 24 de octubre, para Navidad. Yo me acuerdo que en los salones de la época tampoco había luz, luz eléctrica, y había sólo con mechones, no había tanta gente escuchándole.
Algo que me gusta contar a la compañera Luz, es que me gustaba bastante recitar poemas, varias cosas de esas, me encantaba, y las profesoras me daban dos o tres hojas y yo tenía que declamar cuando venían las autoridades a la parroquia.
Y en su juventud, ¿cómo eran las diversiones?
Nidia Rosa – Yo terminé la escuela en la parroquia. Colegio, no existía en ese tiempo en mi parroquia, sino que el colegio de la profesora. Entonces, mi mamá o mi papá alquilaron un cuarto en San Miguel y la señora de esa casa me daba la alimentación, me recibiendo de lunes a viernes. Asistía a un colegio religioso de las hermanas Betlemitas. Pero uno, cuando va a la parroquia de Cantón, es un poco diferente, o sea, no es tan fácil relacionarse con gente del Cantón. Siempre, no tanto, pero actualmente, siempre nos ven como que fuéramos seres un poco extraños. Yo estudié ahí hasta el ciclo básico.
Había muy pocas diversiones, porque me acuerdo que tampoco había muchas luces en el Cantón; entonces, en los domingos por la tarde mi papá me enviaba en un caballo para que me llevara allá, con la ropa. Y, en los viernes, tarde, yo venía caminando, porque salíamos más tarde del colegio. Posteriormente, estudié en el colegio Angel Polivio Chávez, de Cantón San Miguel.
¿Cuánto tiempo de caminata?
Nidia Rosa – Una hora, hora y cuarto. Algo que me acuerdo: la televisión todavía no había - había en las ciudades grandes (Guayaquil y Quito) y me acuerdo que una vecina tenía una televisión y cobraba 20 centavos por dejar ver a la televisión, los sábados y los domingos, y la casa se llenaba. Ya nosotros vivíamos en el centro de la parroquia y mi mamá compró la televisión. Me gustaba ver la televisión, era mi diversión. Cosa que hasta ahora me encanta.
Y las fiestas, ¿cómo eran? ¿Cómo animaban las fiestas?
Nidia Rosa – Yo me acuerdo que, en principio, como no había luz en la parroquia, animaban las fiestas así, con dos mechones, y era así bonito. Todo el mundo iba a escuchar. Igual cuando eran las fiestas religiosas, en el mes de julio, la gente salía de varias partes de la provincia, del país, y había tanta, tanta gente en mi parroquia. El padre hacía varias misas.
Me acuerdo que empezaba el viernes, con la limpieza de la parte de dentro de la parroquia, todo el mundo colaboraba. Igual embanderaban la parroquia, igual las bandas llegaban al centro de la parroquia y empezaban a hacer serenatas. Al amanecer del domingo, igual: los juegos pirotécnicos, la misa a las seis de la tarde y de noche había la quema de los fuegos pirotécnicos, había mucho, mucho. La gente preparaba pailas de canelas (licor), pues en ese tiempo no había vinos. Y al siguiente día, solía ser la misa, todo el mundo participaba. Había el carrusel que llegaba a mi parroquia, me acuerdo que mi mamá a mi papá le convenció que me diera mucha plata para que yo pudiese dar las vueltas en el carrusel y comprarme los dulces de Baños (un Cantón de otra Provincia) que una vez al año llegaban a mi parroquia.
¿Cuál era el vestido que usaba?
Nidia Rosa – Mi mamá decía que debía vestirme más moderna y con colores más claros, más brillosos, más... que sé yo, que debía ya pintarme, que debía arreglarme... pero no me gustaba mucho. Y mi mamá le decía a mi papá que tenía que darme más ropas, que yo estaba grande, que yo estaba crecida, y yo insistía en vestirme a mi manera.
¿Cómo fue que conoció al hombre de su vida? Cuéntenos cómo fue el enamoramiento, cómo se encontraron, cómo se conocieron.
Nidia Rosa – Es un tema un poco difícil de expresarse, porque al final no sé como es que uno… Mi marido (Armando), pues era también de la parroquia y, por cosas de la vida, me fijé en él. Y me acuerdo que, antes de comprometernos, habíamos estado algún tiempo de enamorados y todo cambió, porque yo fui a la universidad, fuera de la provincia, Guayaquil. Mi mamá murió, mi papá murió y yo me acuerdo que el deseo de mi padre era que estudie una maestría en Ingeniería industrial. En ese tiempo, eso de daba en España, en Barcelona, había un centro de estudios, mi papá decía que me iba a enviar. Mi papá murió, todo cambió, yo regresé a la parroquia. Regresé a la parroquia y…no sé, eran otros tiempos, y decidí comprometerme y esas cosas.
Del casamiento, ¿hay cosas que quiera contarnos?
Nidia Rosa – El día del casamiento hay cosas divinas. De pronto, hubo dos anécdotas. La una es que teníamos que haber llevado testigos, ¿y qué testigos? Me acuerdo que mi marido salió a la calle a buscar dos testigos casuales y así de rapidito, y nos casamos. Y lo otro es que al salir del registro civil las cosas que estaban en la camioneta nos robaron.
¿Y qué nos puedes contar sobre el nacimiento del primer hijo?
Nidia Rosa – El nacimiento de mi primer hijo, Gabriel, fue muy complicado. Es bastante hiperactivo, inquieto, travieso... hasta el día de hoy. Hoy tiene ya casi 17 años, pero que va el muchacho, es difícil sentarlo a estudiar. Recuerdo que me dijeron que estaba embarazada y, durante el embarazo, me hice chequear con un medico particular. Mi hijo nació en un centro de salud, era delgadito, tan delgadito que la doctora había dicho que había nacido bajo peso y tenía que cuidarlo, porque había un alto riesgo de que de pronto podía morir. Fue creciendo, creciendo... o sea, mi hijo me cambió la vida. Nació tan flaquito que cuando veía la televisión hay imágenes que salen en la televisión de noticias internacionales, de los niños desnutridos de Somalia, me parecía mi hijo. Y yo sufría. ¡Dios mío ¡Era tan, tan, flaco... Bueno, vino mi otro hijo. Ése nació más gordito. Y luego otro, que se llama Oscar mar y que tiene catorce años.
Nidia Rosa – Y nació mI tercer hijo. Mi segundo hijo yo quería que fuera una nena, entonces justo, en el embarazo, se complicó un poco. Yo me empecé a acompañar con un médico particular y él dijo que había un alto riesgo. Y me acuerdo que me dijo, el doctor me dijo, que era una nena. Y compré ropa, la ropa y cosas bonitas, floreadas, que iba a ser una nena. Nació mi niño y cuando iba a nacer mi niño me dijo la doctora que el parto estaba atrasado y que había un alto riesgo de nacer muerto. Me decía que no se veía. Entonces, nació y permaneció con respirador artificial en el respirador. Entonces yo le vi y la doctora dijo: "niño". Y yo le dije a la doctora que yo había tenido una nena. Llegó la enfermera y me acuerdo que dijo que había estado y me habían dicho que iba tener una niña, pero había sido un niño. Pasó el tiempo y tuve otro niño (Anda), que actualmente tiene un año seis meses He dejado muchas cosas temporales que he tenido que hacer para dedicarme a mi hijo, igual ahora me he dedicado a luchar por los derechos de los niños, niñas y adolescentes
Vamos a la parte final. Cuéntenos cómo y cuándo es que usted conoce la existencia de la Red LAC...
Nidia Rosa – La existencia de la Red LAC, la Red Latinoamericana y del Caribe de Mujeres Trabajadoras Rurales, la conozco en el año 2005. Hubo una invitación hecha por Brasil a las mujeres de Ecuador, concretamente a través la compañera Luz Aro, que nos había invitado para formar parte de la comisión para el 2º encuentro de la Red LAC, en México. Entonces, a partir de ahí conozco e igual empecé a involucrarme, porque creo que iguales problemas tenemos las mujeres de Ecuador como el resto de mujeres de Latinoamérica y del Caribe.
¿Usted tiene algún conocimiento de lo que pasó en el 1º ENAC? ¿Tiene algún conocimiento de lo que pasó en Brasil, en 1996, en el primer encuentro?
Nidia Rosa – Algo me había estado diciendo mi compañera, Luz Aro, sobre el primer encuentro que ha tenido en Brasil. Me acuerdo de un cuadro que guarda ella en la casa, una foto plantada al pie del Cristo...
Cristo Redentor...
Nidia Rosa – Allá en Brasil. Entonces, sí había escuchado de eso, que estaban a hacer, como habían estado lanzando igual la preparatoria para el otro evento. Iba a ser en Bolivia, pero, por cuestiones políticas, después se realizó en la ciudad de México, en los años posteriores.
Entonces, viajar a México fue una excelente oportunidad de salir a conocer el país, del que tan sólo había escuchado hablar en las novelas. Y algo que a mí personalmente me impactó mucho fue la forma como describieron las compañeras de México sobre el Tratado de Libre Comercio, el TLC - en cuanto a ellas les habían afectado, en cuanto a las mujeres les había afectado. Igual eso estaba por firmarse en el año 2006 acá en nuestro país y los grupos campesinos presionaron y no se firmó ese tratado. Si no, nosotros tuviéramos idénticas condiciones que tienen las mujeres, ya que al final somos nosotros los más afectados: la gente que vive y que trabaja en el campo, los agricultores.
Aparte que te ha impactado sobre el tema del TLC, que también a México y Chile, ¿qué otra cosa pudiera contar sobre el 2º ENLAC, los grupos de trabajo, la interacción?
Nidia Rosa – Algo que personalmente yo manifesté allá, en el 2º ENLAC, fue la problemática que niños, niñas, adolescentes, mujeres y hombres ecuatorianos nuestros, que viven en la frontera tienen. El cuánto tiene que ver, por nuestra vecindad con Colombia y con el Plan Colombia, que se está aplicando, que está obligando a nuestros ciudadanos a desplazarse dentro de nuestro país, por la situación de Colombia. Las humillaciones que el gobierno de Colombia, que todo termina matando, matando todos cultivos y animales, y va un poco más allá, que puede ocasionar a nuestros ciudadanos, nuestros recién nacidos.
Entonces, era la forma de contarnos que nosotros también teníamos en Ecuador problemas graves en el caso del Plan Colombia, que igual nos está afectando, por lo que yo conté, manifesté, lo que estaba realmente pasándonos, y bueno, el gobierno, experiencia, porque parecía que también había otra posibilidad de que en Argentina, Paraguay y Uruguay, creo que igual habían pensando igual militarizar esta zona. Pero igual, levantado en protestas, que no, que gobierno extranjero no venga a invadir sus territorios con el cuento de que va a luchar por algo... y acá tenemos el caso de la Base de Manta, que con el cuento de que va a luchar contra el narcotráfico... entonces, cosas de esas que igual habíamos conocido, que igual estaban pasando en otros países.
Y algo que me impactó fue una compañera de Venezuela, que ella luchaba por la causa injustas, y no sé si ella está trabajando bien o mal por ese país, pero ella defendía con una vehemencia de que era lo mejor que estaba pasando ahí. Entonces, son experiencias que uno escucha y se da cuenta que nos afecta, de una u otra forma, pues los problemas se reflejan en cada uno de nuestros países. Y creo que debemos empezar a presionar para que se tomen medidas que beneficien a las mujeres que están inmersas en cualquier de estos problemas en nivel internacional.
¿Qué es lo que siente por la Red LAC después del segundo encuentro?
Nidia Rosa – Algo que me impactó fue la constancia, la perseverancia de las compañeras de Brasil. Que vayan cogiendo base en todos los países de Latinoamérica y del Caribe, que vayan sumándose varias mujeres relatando una sola voz, una sola voz de protesta contra varios problemas o realidades locales que están pasando; o sea, que nos contemos, que seamos solidarias de país a país, que, si no podemos nosotras, ecuatorianas, podemos pedir el apoyo de otras compañeras de otro país. Igual ellas nos pueden apoyar, nosotros podemos apoyar para no estar solas. Que tengamos la suficiente voz para gritar y que igual nos escuchen y tomen decisiones que beneficien algunos determinados grupos de mujeres que tienen inmensos problemas en cada uno de los países.
Nos está uniendo a las mujeres de diferentes países que estamos formando parte. Entonces, yo creo que, de una forma u otra, estamos empezando a tener conciencia, a organizarnos, a levantar nuestra voz de protesta y solidaridad... A favor de nosotras mismas, porque yo creo que es hora de empezar dentro de nuestros países a dar un cambio nuevo, con el aporte de las mujeres que tenemos experiencia ya de grupos de mujeres en otros países que, de pronto, han avanzado más los grupos de mujeres en nuestro país, más en lo que tiene que ver con el sector rural.
Podemos apoyarnos mutuamente unas a otras... ¿Algún ejemplo que nos pueda contar?
Nidia Rosa – Hay tantas cosas importantes, de exposiciones, que de una u otra manera, pues, impactaban… pero a mí me quedó grabado más bien las expresiones de las mujeres campesinas de México que estaban participando. Una compañera contaba lo que había significado el TLC para ellos. Y, en Ecuador, casi, casi nos termina movilizando a firmar un TLC, que no sería tan nuestro, sino más bien impuesto. Pero que de pronto beneficiara los sectores rurales, pero a nosotros, nosotros mujeres, que vivimos, que nacimos en el campo, este acuerdo no nos beneficiaria en nada. Entonces, toda nuestra biodiversidad cambiaría, no seríamos dueños de nada. Entonces, todo sería diferente y serían otras costumbres diferentes; entonces, nosotros como rurales habríamos perdido ya nuestra identidad.
Y el futuro de la red y de nosotras, mujeres rurales, ¿cómo ve usted el futuro de la Red LAC?
Nidia Rosa – El futuro de la Red LAC, yo lo veo bastante, bastante amplio con el aporte que cada una de las mujeres, que estamos en cada uno de los países, vayamos dando. En el caso de Ecuador, pues entusiasmada, con el deseo inmenso de que nuestro sueño se cumpla, sea realidad hacer el tercer Encuentro de las Mujeres de Latinoamérica y del Caribe en Quito, o en cualquier parte de Ecuador. Este fue un compromiso que nosotras, desde que fuimos a México, las seis, las ocho compañeras que fuimos a México, tenemos sobre nuestras espaldas. Un inmenso compromiso de continuar trabajando.
Entonces, yo creo que una puerta inmensa se puede ir abriendo, igual es ese un inmenso trabajo que hay que hacer. Es hora de no sólo organizarnos, pero ir concretando y haciendo realidad nuestros sueños. Y a la vez sueño, pues, que en este evento las mujeres que vengan a Ecuador se vayan por lo menos convencidas de que valió la pena visitar nuestro país. Y la agenda que se va a desarrollar también es interesante para ellas, y que beneficie por lo menos en algo. Entonces, yo creo que ese encuentro sería bueno y la perseverancia de la señora Vanete. Lo que es interesante, de que las mujeres de los países de América y del Caribe, vayan uniéndose, organizándose y que a poco vayamos tejiendo nuestros lazos como mujeres, como madres y que somos partes de cada uno de los países.
¿Y cuál es su sueño para usted y para las mujeres?
Nidia Rosa – ¿Mi sueño?
Para usted y para las mujeres.
Nidia Rosa – Mi sueño es que, por lo menos… No sé. Soñar dicen que no cuesta nada, pero cuesta mucho. Mi sueño sería que alguna vez, alguna de las mujeres integrantes de la Red por lo menos estuviera tomando decisiones importantes en el país de origen de algunas de ellas. Yo creo que estaría complacida de ver alguna compañera, porque las decisiones, buenas o malas, son tomadas la mayoría por hombres, y yo creo que si empezamos, si las mujeres vamos asumiendo los retos y tomando decisiones, yo creo que sería algo bueno. Que una mujer, que sea parte de la Red LAC sea presidenta de la República.
Por último, ¿cómo se ha sentido al poder contarnos parte de su vida, parte de la historia de la Red LAC? ¿Cómo se siente ahora?
Nidia Rosa – Me siento feliz. Tranquila de haber contado, conversado. Contarles quién soy, de dónde vengo, qué hago y qué no hago. Algo que no terminé: la mayoría de las mujeres ecuatorianas somos católicas y cuando fuimos a México, mientras se desarrollaba el segundo encuentro de la Red LAC, nos escapamos un rato hasta la virgen de Guadalupe, al riesgo de que no conocíamos el país y sin documentos. Entonces, nosotras pasando en cada una de las organizaciones del Estado, ha valido la pena, porque por un instante estábamos ahí en la iglesia y decíamos “bueno Señor, que nos ayude”.
Y algo que sí me gustó fue la convivencia que había entre las mujeres de todos los países que estuvieron. Me acuerdo que a las compañeras de Brasil les encantaba tocar sus tambores y nosotros íbamos también. E igual la compañera de Trinidad y Tobago, que no hablaba ni español ni francés, ni español, ni portugués, y algo intentaba decir y algo intentaba ella aprender de nosotros, pero por lo menos estaba la predisposición de ella de aprender. Entonces, yo creo que fue un excelente evento. Nosotras, las ecuatorianas, tenemos que organizar un evento igual al que se hizo en México.
Para complementar la entrevista con la compañera Nidia Rosa Aguiar Monar, ¿usted podría firmar ahora una autorización para que todo este material que se va a enviar a Brasil pueda ser publicado? Y tiene que ser a la Red LAC, entonces, un poco más adelante, usted va a firmar un documento. Quisiera su libre predisposición y autoridad para el uso de este documento, para que pueda ser publicado y también en la página Web de la Red LAC.
Nidia Rosa – Yo creo que no hace falta autorizar una vez. Por mí, dos tres veces, lo que ustedes quieran que sea. Yo, con gusto firmo, porque acabo de decir en la entrevista, es algo que yo viví, yo pasé, pues feliz que por lo menos mi experiencia pueda alguien conocer, servir de guía para alguna compañera en cualquier parte de América Latina y del Caribe o del mundo. Entonces, por eso, gracias por la invitación. Con el compromiso de, en 2009, tener un encuentro en Ecuador, independientemente de la situación política que, de pronto, tengamos o no tengamos.
Muchísimas gracias, vamos a enviar los documentos lo antes posible por correo aéreo para que pueda ser trascrito por las compañeras del Museo de la Persona en Brasil. Un saludo a Fátima y a todo el equipo de la Red LAC.
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